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Sobre el apego y desapego en la vejez Torna agli editoriali

de
Horacio Scaglia y Aída Mammana

Cada vez que se habla del proceso de envejecimiento, es necesario considerar la expresión "vejez venturosa". Para Havighurst, la vejez venturosa supone principalmente dos cosas: primero, un elevado respeto por si mismo y un estar satisfecho de la vida, y, en segundo lugar la consideración por los demás. Es decir, que el individuo cumpla su función social y sus obligaciones interpersonales. Estos dos preceptos, el interno y el externo, no siempre son concomitantes.

El envejecimiento es un proceso inevitable en la vida del ser humano. A pesar de ser una parte normal del desarrollo también debemos reconocer que es una etapa difícil de ser vivida.
Es importante destacar la gravitación que ejerce la personalidad previa del anciano con respecto a su comportamiento durante este proceso. Desde las primeras experiencias infantiles en adelante, el individuo se enfrenta intermitentemente y hasta su muerte, a diferentes apegos y desapegos que oscilan entre el amparo y el desamparo. Estas crisis son resueltas de acuerdo al andamiaje psíquico con que cuenta para superarlas.
Al envejecer, el sujeto atraviesa momentos de temor e incertidumbre.

Los chinos le dan dos significados a la palabra crisis: oportunidad y caos. La oportunidad presupone una constante adaptación al cambio en una situación desfavorable determinada; y el caos amenaza con el desorden y los miedos llevando al individuo a refugiarse en el pasado, aislándose inexorablemente del mundo que lo rodea.

La vejez es una etapa caracterizada por la multiplicidad de pérdidas y la elaboración de duelos que acontecen a esas pérdidas. La resolución total de éstas permitirá que sus protagonistas se reacomoden después del período de crisis.
El marco referencial de este trabajo son las dos teorías: la del desapego y la del apego, sus fundamentos y críticas posibilitan visualizar cual de ellas y en qué situaciones observamos la tendencia a estimular alguna de estas dos conductas tan contrapuestas.

Para interpretar dos posturas tan antagónicas como el arraigo y el desarraigo, ubicamos al adulto mayor en tres ámbitos diferentes:
- el contexto familiar
- la institución geriátrica
- la sociedad en su conjunto

Teoría del desapego:
Según esta teoría el sujeto que envejece va perdiendo interés vital por los objetos y actividades que le posibilitan una interacción social y se produce una apatía emocional sobre los otros y, al mismo tiempo, el sujeto se encierra en sus propios problemas.
Para sus autores Cummings y Henry, este es un proceso normal, una situación deseada y buscada por el sujeto debido al declinar de sus capacidades; esta automutilación implica el aislamiento progresivo del anciano.

Si una persona realiza su existencia con un sentido pleno de pertenencia, el desapego ya no es un ideal, sino un problema.
Contexto familiar:

El sector de añosos que viven solos y carecen de familiares que los cuiden y los contengan, frecuentemente manifiestan sentimientos de impotencia y confusión cuando por requerimiento de ayuda, a partir de una enfermedad o accidente que los incapacite; ven coartada su autosuficiencia desarraigándose de su propio medio. Estos abandonan su condición de autoválidos para transformarse en demandantes potenciales de cuidados permanentes; debiendo recurrir al apoyo de personal que lo asista o a la institucionalización como única solución posible.

La desvinculación del anciano también obedece a las actitudes adoptadas por su entorno.

La vida de la familia, responde a distintos tipos de crisis que plantean desequilibrios temporarios y reasentamientos posteriores.
El anciano inmerso en un sistema inmaduro de familia no tiene posibilidades de resolver su crisis de envejecimiento; y ya que el anciano es un emergente de un grupo conflictivo, su situación durante este proceso se agrava aún más.

Familias sobreprotectoras:
Anulan su poder de decisión y ésta posición protectora deja de ser afectiva para ser evidentemente asfixiante. Adoptan actitudes invalidantes y los apartan progresivamente de todo tipo de actividades.

Familias distantes:
En estas familias los ancianos viven distanciados y los integrantes del grupo mantienen una postura de indiferencia. No participan de las decisiones familiares y manifiestan desinterés aislándose por falta de reconocimiento de su entorno; perdiendo gradualmente sus habilidades sociales.

Familias abandónicas:
Frecuentemente lo institucionalizan, a veces innecesariamente; y transfieren totalmente a la institución la responsabilidad de hacerse cargo de él. En algunos casos los despojan de bienes y pertenencias.

En cambio y en contradicción a éstos sistemas inmaduros antes descriptos, los sistemas familiares maduros responden con flexibilidad y eficacia ante los diversos conflictos que se sucedan.

Familias normales:
Cuentan con recursos necesarios para la resolución de las crisis. Hay comunicación y diálogo abierto entre sus integrantes; el anciano encuentra dentro de ella la contención y el respeto suficientes para seguir vinculándose adecuadamente.

Con referencia a una de las críticas de la teoría del desapego (Carp), comprobó que en un entorno positivo la gente anciana prefiere la actividad y los contactos sociales informales más que el desapego.

Institución Geriátrica:
El geronte que reside en una institución en donde prima la pasividad sobre la actividad, el tedio, la falta de recreación, la falta de contención y estímulo, tenderá indefectiblemente al aislamiento, permaneciendo desinteresado y sin motivación alguna.

Otro factor destacable es el de las pérdidas vinculares ocasionadas al no recibir visitas regulares de amigos y parientes.
Con respecto a aquellos ancianos autónomos, el hecho de no realizar salidas habituales los inducirá a la desconexión con el exterior, viviendo una situación lógica de marginación por esta causa.

El abuso financiero a que están expuestos los residentes, cuando sus apoderados disponen de los recursos procedentes del cobro de sus haberes, es una situación notable y frecuente que produce la consecuencia inmediata de no poder atender sus propias necesidades y deseos personales.

Prosiguiendo con las críticas al desapego, Madoxx contrapuso su teoría de la actividad. El fundamento de la misma sostiene que los ancianos deben permanecer activos la mayor cantidad de tiempo posible.

Jubilación guillotina:
Provoca la pérdida abrupta del ejercicio de roles y la connotación social de ésta es aún mayor en el sector de aquellos que persiguen haberes mínimos y se encuentran imposibilitados de disfrutar de algunos placeres o de adquirir bienes y servicios.
Comienza a depender económicamente de la ayuda de sus hijos sintiéndose una carga familiar.

Creatividad:
En contraposición a los viejos que han abandonado obligatoriamente su actividad, hay un grupo privilegiado de gente de edad avanzada que son los ancianos creativos, es decir, los que pueden expresarse manteniendo latente su pasión por el arte (músicos, escritores, actores, etc.).

También los que ejercen algunas profesiones (abogados, sacerdotes, científicos, etc.).

Teoría del apego:
Esta sostiene que el argumento del deterioro supone la comparación de la satisfacción del adulto mayor desde el punto de vista del joven.

El buen envejecer en la teoría del apego será la capacidad subjetiva de aceptar y acompañar estas inevitables declinaciones sin obstinarse en mantenerse joven.
El entorno tendrá que contribuir a que cada viejo se mantenga apegado a sus actividades y objetos y en caso contrario, buscar actividades sustitutas.

Decía Beauvoir: "para que la vejez no sea una parodia ridícula de nuestra existencia anterior no hay más que una solución; seguir persiguiendo fines que den sentido a nuestra vida: dedicación a individuos, colectividades, trabajo social o político, intelectual, etc."

Sociedad:
Los prejuicios sociales delimitan dos campos de acción absolutamente antagónicos: por un lado, la indiferencia y el olvido conllevan al desapego; y por el otro, el compromiso y el respeto conducen al apego a nuestros adultos mayores.

La creencia de que los viejos son asexuados está instaurada en nuestra sociedad. El derecho al amor y la capacidad de disfrutar del placer es considerada una facultad exclusiva de la juventud.
Al negar la sexualidad de las personas mayores se niegan a reconocerse en los viejos que serán.

La desvalorización de la reminiscencia es el producto directo del olvido social e implica la destrucción de la historia individual y colectiva en la cual el anciano estuvo inmerso durante toda su existencia.

La valorización de la misma, como un elemento imprescindible de transmisión cultural es, por el contrario el eslabón de enlace intergeneracional entre jóvenes y viejos, permitiendo que estos se sientan reconocidos y no marginados socialmente.

Conclusión:
La Gerontología es un instrumento valioso que interpreta y acompaña al proceso de envejecimiento, ejerciendo una función eminentemente docente e integradora.
Su tarea principal radica en la información y apoyo al entorno del anciano, cuidadores, profesionales del equipo interdisciplinario y a la sociedad en su totalidad.

Procurar generar un cambio trascendental de la realidad social que a nuestro criterio sería más significativo si se incluyeran en los programas educativos para niños y adolescentes la enseñanza gerontológica. Se lograría así un mejor conocimiento de esta etapa crítica de la vida; transmitiendo normas de valoración y respeto hacia nuestros ancianos.

La Gerontología promueve la vejez activa a través de la interacción social. El envejecimiento productivo basado en principios elementales: bienestar y calidad de vida, actividad y recreación, incremento de autoestima y reafirmación de la identidad.
En definitiva, gerontologizar es defender el apego a la vida y desestimar el desapego, que es la ideología mas difundida y encarnizada en nuestro sistema social.

Comenzar a desdibujar hoy la imagen social en el espejo del desapego nos permitirá reflejar con nitidez la imagen del apego a todos aquellos que seremos viejos mañana.

Bibliografía:
- Andrés y Gastrón, "Críticas a la teoría del desapego"
- Beauvoir, "La Vejez", Bs. As, Sudamericana, 1970.
- Cummings y Henry. "El proceso de desapego" N. York, PUB, 1961.
- García Pinto, "La familia del anciano necesita sentido"
- Salvarezza, Leopoldo, "La sexualidad en la vejez"

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